domingo, 14 de septiembre de 2008

MARCO HISTORICO



0. 4. Marco histórico.

Antecedentes.

El imperio del Japón acababa de presenciar, durante la segunda mitad del siglo XVI, una serie de guerras civiles que dieron por resultado el derrumbamiento del sistema feudal, patrocinado por la familia militar de los Ashikaga y el establecimiento de una robusta autoridad central que giró en torno a las personas de Oda Nobunaga, Hideyosi Toyotomi y Ieyasu Tokugawa[1].

En ese ambiente, la evangelización del Japón comenzó por obra de San Francisco Xavier (1549 - 1551) y se desarrolló en los decenios siguientes con notables resultados, tanto que en el 1587 la comunidad católica japonesa, con centro principal en Nagasaki, era calculada en doscientos cinco mil fieles[2].

Oda Nobunaga combatió victoriosamente a los daimios o tonos, especie de señores feudales que gozaban de una autoridad casi absoluta en los territorios de su mando, y favoreció el Cristianismo por odio a la religión budista[3].

Pero propiamente en aquel año 1587 el shogun[4] Toyotomi Hideyoshi, denominado por los cristianos “Taikosama”[5], hasta entonces muy benévolo con los católicos, después de asumir el mando supremo a raíz del asesinato de Nobunaga (1582)[6], emite un Decreto de expulsión contra los Jesuitas (única Orden religiosa presente entonces en Japón). El Decreto fue en parte seguido; pero la mayor parte de los jesuitas permanecen en el país, continuando con cautela la propaganda cristiana[7].

Hideyoshi Toyotomi dominó bajo los títulos de Kwamkapu (primer ministro) y Taikosama (gran señor) contra los desposeídos daimios[8], privilegiará una política armada sosteniendo a los Bonzos budistas.

En el 1593 desembarcaron en el Japón los Frailes Descalzos de la Apostólica Orden de los Menores de la Regular Observancia, provenientes de la Provincia de San Gregorio, de las Islas Filipinas, los cuales, animados de entusiasmo, iniciaron una predicación pública y clamorosa, diversamente a la táctica prudente de los Jesuitas, logrando un sorprendente numero de conversiones[9].

Complicaciones políticas entre españoles y japoneses provocaron la reacción del shogun Hideyoshi contra los cristianos, vistos como representantes del poder imperial extranjero, y ordenó la encarcelación de los franciscanos y de algunos neófitos japoneses.

Los primeros arrestos no se hicieron esperar: seis franciscanos y tres jesuitas japoneses fueron capturados en Osaka el 9 diciembre 1596; quince laicos japoneses fueron presos el 31 en Meaco (hoy Kyoto), otros dos japoneses en el año siguiente en Nagasaki. Excepto estos últimos dos, los religiosos y los fieles japoneses fueron sometidos en Meaco, donde fueron concentrados, para un primer suplicio: el corte de la oreja izquierda y el recorrido de escarnio por la ciudad.

Durante el fatigoso viaje a pie desde Meaco hacia Nagasaki sufrieron la exposición a los insultos de la multitud y al mismo tiempo se trató de hacerles apostatar.

El 5 febrero 1597 los veintiséis prisioneros fueron crucificados y traspasados en la colina de Nishizaka, en Nagasaki, denominada después “santa colina” o “colina de los Mártires”. La sentencia fue ejecutada por Terazawa Mazaburó[10], hermano del gobernador de Nagasaki.

Singular fue el comportamiento del Padre jesuita Pablo Miki que desde lo alto de la cruz predicó el perdón a los enemigos y a los verdugos. Provocó admiración el adolescente de trece años Antonio que entre los tormentos entonó el Laudate pueri Dominum.

Urbano VIII les beatificó en el 1627; Pío IX les canonizó en el 1862, éstos se constituyen en Protomártires del Japón.

El elenco de estos Protomártires es el siguiente: Seis franciscanos: (1) Pedro Bautista; (2) Martín de la Ascensión; (3) Francisco Blanco; (4) Felipe de Jesús Las Casas[11]; (5) Francisco de San Miguel; (6) Gonzálo García. Tres jesuitas, todos japoneses: (7) Pablo Miki; (8) Juan Soan de Gotó; (9) Santiago Kisai. Diecisiete japoneses terciarios franciscanos: (10) Cosme Takeya; (11) Miguel Kozaki y su hijo (12) Tomás Kozaki, de 14 años; (13) Pablo Ibaraki; (14) León Karasumaru, catequista; (15) Luis Ibaraki y (16) Antonio Cheng, adolescentes de doce y trece años; (17) Matías; (18) Buenaventura; (19) Joaquín Sakakibara, médico; (20) Francisco de Kyoto, médico; (21) Tomás Dangi; (22) Juan Kinuya; (23) Gabriel de Duisco; (24) Pablo Suzuki, catequista; (25) Francisco Fahelante y (26) Pedro Sukejiro.

En 1598, muere Taikosama y traspasa el poder a su hijo Hideyori, bajo la regencia de Ieyasu Tokugawa (Daifusama), quien realmente tomará el poder en sus manos, favoreciendo a los Bonzos[12]. Hideyori, como Mikado o Dairi[13] permanecerá en la penumbra, en el palacio de Kyoto (antes Meaco)[14].

Los dominicos de la Provincia del Santísimo Rosario de Filipinas llegarán al Japón en junio de 1602[15].

No obstante esta primera persecución, el número de los cristianos aumentó, sea por el verificarse un período de tregua sea por el arribo de otros misioneros jesuitas, franciscanos, dominicos y agustinos[16].


Se recrudece la persecución.

En el año 1616 el shogun Tokugawa Ieyasu[17] (Daifusama) desencadenó la persecución general, furiosa, que se prolongó por muchos decenios causando numerosísimos mártires, pero también muchos apóstatas. Se conocen los nombres de 650 mártires laicos y misioneros asesinados sobre la colina de Nishizaka y alrededores[18].

La cristiandad japonesa queda casi completamente destruida.

Diversos motivos[19] determinaron las medidas represivas de Ieyasu y de sus sucesores Hidetada (Shogunsama) e Iemitsu (Toshogunsama)[20]:
- Los celos de los numerosos bonzos budistas que amenazaban la venganza de los dioses locales;
- El temor de un excesivo influjo de la España y del Portugal de los cuales los misioneros eran considerados los emisarios;
- Las intrigas de los calvinistas holandeses;
- Y el mismo “enfervorecimiento” de muchos misioneros y neófitos.

El primer Decreto del 1614 era de expulsión; pero como ya había sucedido anteriormente, algunos misioneros, pertenecientes a las diversas ordenes, prefirieron esconderse. Comenzó por tanto la cacería a los misioneros que permanecían y a los fieles que los hospedaban[21].

Cerca de 20 000 cristianos huyeron a la persecución dejando Nagasaki del 1613 al 1615 y se esparcieron por todo el Japón, especialmente al Norte, donde prepararon el terreno a los misioneros[22].

Del 1617 al 1632, es el periodo que se suele llamar más particularmente, “la Grande persecución”, sea por el número de martirios (treinta y dos) sea porque en este período se sucede el martirio de mayor dimensiones (llamado también “Magno” 10. sept. 1622, donde reciben la muerte 52 fieles).

La persecución se desencadenó violenta y sangrienta: el número de los mártires alcanza cifras muy elevadas, pero no por todos fue posible establecer un regular Proceso Apostólico por falta de documentación cierta y segura[23].

Los suplicios[24] fueron varios y refinados no ahorrando ni siquiera a los niños, incluyó a los operarios apostólicos y los ministros evangélicos con sus catequistas; nobles personajes, descendientes de familias reales; matronas florecientes por riqueza; jóvenes vírgenes; ancianos de edad avanzada y jóvenes ingenuos: niños y niñas de tres o cuatro años.

Muchos ligados a un palo, fueron quemados a fuego lento por muchas horas; otros decapitados; otros bárbaramente despedazados y cortados miembro por miembro; no pocos fueron sumidos en profunda vorágine, otros fueron torturados en las aguas sulfurosas e hirvientes; otros al contrario inmersos en un estanque helado sufrieron en el crudo invierno una larga y acerbísima muerte; algunos puestos en cruz con la cabeza hacia abajo, y otros cerrados en horrendas prisiones murieron de hambre y de sufrimientos.
[1] FERNANDEZ, Pablo; Dominicos donde sale el sol. Historia de la Provincia del Santísimo Rosario de Filipinas de la Orden de Predicadores. Manila, 1958. pp. 81 - 82. También: MONSTERLEET, Jean, Storia della Chiesa in Giappone, Ed. Paoline, Roma, 1959. p. 16
[2] GORDINI, Gian Domenico, Voz: GIAPPONE, Martiri del. En: Bibliotheca Sanctorum, t. VI, Instituto Giovanni XXIII della Pontificia Università Lateranense. Tipografia “Mariapoli”, Città Nuova Editrice, Grottaferrata, Roma, 1983. col. 434.
[3] FERNANDEZ, Dominicos... p. 83.
[4] Mariscal de la corona, caudillo absoluto del Japón.
[5] Taikosama significa Emperador Supremo. Observación: Muchos nombres, que parecen propios, no lo son tales, sino más bien apelativos, y la mayoría de ellos compuestos de dos y también de tres voces significandoo el oficio, el grado, o la potestad del personaje. Por ejemplo Taicosama, Daifusama, Xongunsama, Toxugunsama. Que pueden significar Emperador Supremo, Comandante Supremo. En otros casos va unido al nombre del reino del cual es señor: Arimandono, Omurandono, rey de Arima, rey de Omura... TASSO DA FABRIANO, Storia di quarantacinque martiri Giapponesi dell’Ordine di S. Francesco beatificati dal Sommo Pontefice Pio IX il dì 7 luglio 1867, Roma, Tipografia dei Fratelli Monaldi, 17 giugno 1871. pp. 19 - 20, nota al pie de pagina n. 2.
[6] FERNANDEZ, Dominicos... p. 82.
[7] Bibliotheca Sanctorum, t. VI, col. 434.
[8] FERNANDEZ, Dominicos... p. 82.
[9] Bibliotheca Sanctorum, t. VI, col. 434 - 435.
[10] “Voci d’Oriente”. n. 103. settembre 1989. p. 4. Boletín del Santuario de Nishizaka, Nagasaki, Japón. Dir. Diego R. Yuki S. I.
[11] Protomártir Mexicano, de 24 años, nativo de la Ciudad de México.
[12] FERNANDEZ, Dominicos... p. 82.
[13] Dairi, jefe supremo de la religión sintiana. TASSO DA FABRIANO, Storia... p. 1
[14] FERNANDEZ, Dominicos... p. 82.
[15] FERNANDEZ, Dominicos... p. 83.
[16] Bibliotheca Sanctorum, t. VI, col. 435.
[17] “Voci d’Oriente”. n. 103, 1989. p. 19. “Para liberar al país de toda actividad apostólica, ya desde 1616 Hidetada había puesto precio a la cabeza de los sacerdotes, frailes y catequistas... del 1616 al 1716 entre 200 a 500 piezas de plata por un sacerdote, entre los 100 y 300 por un fraile y entre los 50 y 100 por un catequista”. En: MONSTERLEET, Storia... p. 95.
[18] La memoria de los mártires japoneses, se conserva particularmente en el Santuario de Nishizaka, dedicado a San Felipe de Jesús. Junto al mismo, un museo narra la historia de los mártires con material histórico y religioso.“Voci d’Oriente”. n. 103, 1989. p. 19. 21 - 22.
[19] TASSO DA FABRIANO, en su Storia... dedica el capítulo III, pp. 35 - 54 a una amplia exposición de las Causas de la persecución.
[20] Bibliotheca Sanctorum, t. VI, col. 435.
[21] Bibliotheca Sanctorum, t. VI, col. 436.
[22] MONSTERLEET, Storia... p. 94.
[23] Bibliotheca Sanctorum, t. VI, col. 436.
[24] Luigi TASSO DA FABRIANO, en su: Storia... detalla ampliamente en el capítulo V, los Tormentos, pp. 71 - 84.

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